viernes, 2 de octubre de 2009

Opinión

Los escalonets de Camps
Por Diego Armario
Cada vez que veo en televisión a Francisco Camps sonriendo a los suyos a pesar de lo que le está cayendo y dejándose querer, aplaudir y jalear por los que se sientan en su misma bancada del parlamento de Valencia, algo me huele a chamusquina.
Las adhesiones inquebrantables, los apoyos eternos, y las apuestas ciegas siempre acaban saliendo mal, y mucho me malicio que al Presidente de la Comunidad valenciana le va a acabar pasando factura tanta seguridad en que esto se acababa cuando se subieran o bajaran un par de escalones pequeños.
Lo de los trajes, que por cierto les sientan demasiado bien tanto a él como a Ricardo Costa, parecía un tema menor y tal vez lo era, pero lo que se deduce de algunas conversaciones grabadas por la policía por orden judicial ya pasa de castaño oscuro para entrar en el terreno de lo sospechosamente ilegal.
Ante este tipo de situaciones no vale ponerse de perfil ni tampoco es suficiente quejarse de lo malvado que es Rubalcaba: hay que dar la cara con suficientes y satisfactorias explicaciones y cortar un par de cabezas políticas a la espera de ver si la suya está segura.
Echar un pulso al Presidente de su partido sólo le servirá para parecerse a quienes por Valencia hacen lo mismo con él, pero en ningún caso le eximirá de responsabilidades, si las hubiere.
Los escalonets de Francisco Camps se están convirtiendo en una escalera de caracol y en cualquier momento podría resbalarse y hacerse un roto en su traje.
Ahora sólo falta que Mariano Rajoy no espere tanto como con Luis Bárcenas porque si consiente que estos temas le salpiquen, por inoperante, seguiremos teniendo durante unos cuantos años más al funambulista de la crisis contando mentiras desde la Moncloa.

(Diego Armario es escritor, periodista y ex director de RNE)