sábado, 19 de septiembre de 2009

Editorial

Una lección de hombría de bien

Germán Díaz Blanco, el anterior Alcalde de Escalona, ha dado una lección de hombría de bien. Una más para quienes le conocemos desde hace años y sabemos de su compromiso moral con esta Villa, que está por encima de las ideas políticas por las que ha luchado muchos años.
Sabemos que lleva tiempo mordiéndose los labios para que no se interpreten mal sus palabras o sus actos, alejado del mundanal ruido para que nadie piense que dice lo que no quiere decir, y dejándose ver u oír poco –fuera de su hogar o su negocio- sobre todo para que nadie crea que detrás de las bambalinas tutela o dirige a nada o a nadie.
Estamos al corriente de que ha adoptado la decisión más inteligente, que es la de dejar hacer a quienes le han seguido lo que estimen más conveniente. Lo que no quiere decir que le gusten o le dejen de gustar las cosas que ve, escucha o nota. Simplemente su opción es la de un político serio, maduro y responsable: la discreción. De nadie se esconde, pero tampoco busca los focos.
Esa misma virtud de la discreción debería ser común a la mayor parte de las personas, sean o no políticos. Como deberían serlo el respeto, la tolerancia y el sentido común.
Pero desgraciadamente, de un tiempo a esta parte no es eso lo que se vive por estos pagos. Es como si alguien –no uno ni dos, sino unos pocos-, pretendiera sembrar la discordia, el rencor y los peores sentimientos entre las gentes buenas de Escalona.
Hace meses, casi al comienzo de la andadura de El Correo de Escalona como medio digital, hicimos oír nuestra modesta voz para criticar a quienes –niñatos o mayores- se habían sumergido en el torcido juego de eso que denominan el foro de Escalona. Sobre todo, porque lo que podría ser un creativo espacio de discusión, se había convertido en un estercolero, como bien dice Germán Díaz.
Al amparo del anonimato, o lo que es igual de la cobardía, se vertían y se siguen vertiendo de modo ignominioso en esa cloaca todo tipo de insultos, vejaciones, improperios y maldades con el único propósito de ofender a las personas. No hay otra intención. Sólo manchar nombres y hacer daño.
Ya hicimos notar entonces, que en ese circo, o “reality show”, como lo llama Germán, no cabe el espacio para lo que Escalona precisa, que es buena vecindad, colaboración y entendimiento. Sobre todo en esta hora en la que Españ, en su conjunto, y esta Villa en particular, viven tiempos difíciles.
Había en esa inmundicia más gente que pretendía dividir a los escaloneros, que la que buscaba unirlos en una causa común. O mejor aún, que pretendía y acaso aún pretenda hacernos creer que todo aquel que no piensa como él o ellos, no merecen más que un trato vejatorio y faltas de respeto.
No ser seguidor del llamado foro de Escalona, no evitaba a nadie verse expuesto a ofensas al honor y a la verdad. Además, nunca faltan personas de bien que, viendo publicadas atrocidades, avisan a quienes están ajenos por deseo propio de esa cochambre, de cómo unos infames manchan nombres o desvirtúan la realidad.
Hubo un auténtico maestro en ese tipo de técnicas de propalar mentiras y engaños con fines políticos. Se llamaba Joseph Goebbels y era la mano derecha de ese fanático que arrasó Europa y que se llamaba Adolf Hitler.
Parece que en Escalona y en internet le han salido seguidores. Pero, como bien dice Germán Díaz, no tienen nada de lo que enorgullecerse y si mucho de lo que sentir vergüenza. Son lo peor de lo peor, porque como los asesinos etarras, usan capuchas para que sus vecinos no les reconozcan. Lo cual demuestra que tienen mucho que ocultar y que tratan de que no sepamos de qué van cuando nos cruzamos con ellos por la calle. Lo que no comprenden es que exhalan un hedor a mierda.
Tenemos noticia de que últimamente su zafiedad ha alcanzado cotas simplemente inadmisibles. Han escalado todos los peldaños de la bajeza y la pestilencia ha movido a buenos escaloneros, como Germán, a alzar la voz.
Y como Germán, deseamos y esperamos que entre esa gentuza no figuren personas que representan al pueblo de Escalona, tal y como se ha rumoreado desde hace mucho tiempo. Escalona merece mejores personajes que los que se esconden para ofender, tanto en el poder como en la oposición.
De no ser así, el pueblo de Escalona debería juzgarles en la primer ocasión que tenga en el tribunal en que se dirimen esos errores, que son las urnas.
Porque esa chusma, sea quien sea, es enemiga de la libertad y España vive desde hace ya más de tres décadas en libertad y democracia. Del mismo modo que no hay ideales políticos que justifiquen el asesinato –recordemos que los etarras invocan un cierto “patriotismo” para cometer todo tipo de crímenes-, no los hay que justifiquen la infamia y el rencor.
Los españoles hicimos las paces con nosotros mismos en 1978, cuando nos dimos una Constitución modélica, cuyo significado muchos de estos individuos no parecen comprender. Los odios que abrieron en dos a nuestra Patria en los años treinta, dieron paso en 1978 al abrazo de una España nueva, en la que las ideas se defienden de cara y en paz. Y a quien no practica esas reglas, se le indica por dónde queda la salida.
Este periódico digital, como ya hemos dicho muchas veces, no se casa con nadie. Pero no tiene reparo en rendir homenaje hoy a quien, como Germán Díaz -uno de los mejores políticos de la historia de Escalona-, ha dado un paso al frente en defensa de la cordura, de la razón y de la salud mental de Escalona. ¡Chapeau Germán! ¡Qué cunda tu ejemplo!