domingo, 2 de agosto de 2009

Medio Ambiente - Reportaje Denuncia

La sequedad y el calor siembran de fuego y muerte los montes
Escalona.- A mitad de verano se ha quemado en España un 80 por ciento de superficie forestal más que en 2008. Además hay 11 víctimas mortales de las llamas, que son el mayor número de muertos por el fuego desde 2005 (19). Pero el Colegio Oficial de Técnicos Forestales lo había advertido hace semanas.
Las escasas lluvias de primavera, las altas temperaturas, la baja humedad del aire, la gran cantidad de vegetación de los montes, y la sequedad, amenazaban con convertir a España en una hoguera.
El riesgo es "extraordinariamente elevado", anticiparon los Técnicos Forestales. El aviso se ha cumplido. España está siendo una tea y el frente de algunos de los incendios censados ha rebasado los 30 kilómetros.
Una veintena de grandes incendios y miles de focos han destruido más de 75.000 hectáreas, la mayoría en los últimos quince días, en Castilla y León, Extremadura, Cataluña, Valencia, Aragón, La Rioja, Andalucía y Canarias.
Azuzadas por vientos africanos, las llamas que el 21 de julio abrasaron a cinco bomberos de Tarragona y enlutaron España fueron tan devoradoras que poco pudo hacerse por los servidores públicos atrapados en el incendio de Horta San Joan.
"¡Sacadnos de aquí!", apremiaron por una frecuencia de radio reservada. Sus compañeros de dotación, las brigadas de voluntarios y los pilotos del helicóptero que iban al rescate se jugaron la vida entre el humo y las incandescencias, pero debieron retroceder , rodeados por lenguas de fuego gigantescas, invencibles, atizadas por rachas de viento que alcanzaron 80 kilómetros por hora.
"Hemos padecido, en la semana del 20 al 26 de julio, una de las peores situaciones climatológicas en cuestión de incendios pues se combinaron las altas temperaturas con la intensidad y la rotación de los vientos", dice Alicia Villauriz, secretaria general de Medio Rural. "Esa confluencia avivó los incendios, algunos posiblemente intencionados, e impidió actuar a los medios aéreos. Es un factor capital en lo que está sucediendo".
En principio, el problema no parece de falta de medios, ni de coordinación. Contrariamente al desbarajuste y dispersión de esfuerzos durante el combate contra los siniestros de mediados de los ochenta, recién transferidas las competencias a las Comunidades Autónomas, un ejército de 40.000 personas, entre profesionales y voluntarios, trabaja ahora más ordenadamente. "La coordinación entre el Estado y las comunidades autónomas ha funcionado muy bien al no ponerse en cuestión la labor de nadie, sin molestar, al contrario, reforzándose, independientemente del color político", subraya la secretaria general de Medio Ambiente.
La unión de esfuerzos es imprescindible contra la propagación de las llamas, , según Alberto Fernández, teniente de alcalde de la localidad abulense de Cuevas del Valle. "Era impensable que las llamas llegaran tan pronto hasta nosotros porque nos encontrábamos a unos quince kilómetros del foco, pero el viento las empujó con tal fuerza que muy pronto arrasaron todo el castañar aunque quisimos impedirlo", recuerda.
Los cuerpos de seguridad también trabajan a fondo contra los pirómanos e incendiarios, y en los últimos meses detuvieron a 51 personas sospechosas de serlo. ¿Qué ha sido de los detenidos hasta ahora? Ha ocurrido que la detención es una cosa y el procedimiento judicial otro. Al igual que en años anteriores, la mano del hombre está detrás del 90% de los incendios, más por imprudencia que por intencionalidad.
La mayoría de los fallos condenan por incendios imprudentes, por los denominados escapes de quema: la quema de rastrojos con las llamas fuera de control. Las penas dependen de la gravedad del incendio. Una quema imprudente, con riesgo para la vida de las personas, puede suponer entre cinco y diez años de prisión. Y si hay intención, de diez a veinte.
El endurecimiento de las condenas es un opción reiterada desde algunos ámbitos después de que la quincena de fuego y pavesas de julio horrorizara a los españoles y destruyese las estadísticas del ministerio de Medio Ambiente que con los datos disponibles ha clasificado a 2009 como peor que 2008.
La última quincena lo ha trastocado todo. "Este año va a ser de los malos. Eso seguro", reconoce Alicia Villauriz, la secretaria general de Medio Ambiente, que cita otro factor muy importante. "Cada vez hay más segundas residencias en medio de masas forestales y si hay un accidente, un incendio, el riesgo es muy importante", precisa esta fuente ministerial.
Miguel Ángel Soto, responsable de la campaña de bosques de Greenpeace, sostiene que el origen de los fuegos responde a dos realidades estructurales, "a la existencia de medios forestales o no urbanos con gran cantidad de matorral y biomasa no gestionada, y al uso cultural del fuego". Históricamente se ha quemado mucho en España y en los medios rurales no hay una visión negativa sobre las quema de rastrojos y de matorral para limpiar el monte.
"Hemos usado el fuego extraordinariamente. Hemos quemado, aunque tenemos un Código Penal de 1995 que pena los incendios forestales con hasta 20 años de cárcel. Pero no ha habido condenas ejemplarizantes", resalta el experto.
¿Y cuál es la incidencia de la climatología? El aumento promedio de dos a tres grados de temperatura en los pasados junio y julio, y el calentamiento medio de 1,4 grados de los últimos 30 años, aceleran la ignición y retrasan la extinción de los fuegos. El mejor aliado contra la epidemia de incendios sería una política forestal a largo plazo.
Pero el riesgo de incendio es permanente. El 55% de la superficie de España está cubierta de masas forestales. El 66,5% de sus montes son de titularidad privada y hay 27 millones y medio de parcelas. Se han producido un despoblamiento rural y un crecimiento urbano disperso, que rebasa los límites de la ciudad tradicional, y eso tienen consecuencias negativas, según el informe Evolución de los Incendios Forestales en España, del instituto de Trabajo, Ambiente y Salud de Comisiones Obreras.
La población rural ha vivido por y para el monte, obteniendo recursos con los que complementar su vida. Esa relación permitía que la población rural fuera la más interesada en la salvaguarda de ese patrimonio, pero "esta relación se ha perdido y el monte se siente como algo ajeno", según el informe.
Independientemente de las razones de fondo, la criminal asociación de vientos y agostamiento, los tres treinta de la canícula -vientos de más de 30 kilómetros por hora, temperatura superior a los 30 grados y humedad inferior al 30%- encendieron las hogueras. No siempre confluyen estos tres factores a la vez: en estas últimas semanas, por el contrario, han coincidido y los riesgos, por lo tanto, han sido significativamente superiores a los normales por estas fechas, según Protección Civil.